JOSÉ MANUEL BÁRCENA

Y GASPAR GARCÍA LAVIANA

 

El 31 de mayo era el décimo aniversario de la muerte de José Manuel Bárcena Rodríguez. Con este motivo tuvo lugar en el Club de La Nueva España en Gijón un acto organizado por la Asociación Asturiana Gaspar García Laviana, de la que Bárcena fue un destaca-do activista durante muchos años. Y dado que este año se cumplen 40 años de la muerte de Gaspar, en el acto se le recordó también y se glosó su figura.

Sobre José Manuel Bárcena informó ampliamente Alberto Torga Llamedo, que fue durante algunos años presidente de nuestro Foro de Cristianos Gaspar García Laviana y al que unió desde su época de seminaristas una amistad con Bárcenas que duró toda una vida. También Lidia Fernández Suárez, de la Asociación Asturiana Gaspar García Laviana, se refirió a Bárcena para poner de relieve su generosa entrega a los objetivos humanitarios de esa asociación que lleva el nombre del cura guerrillero asturiano, y se refirió también a éste para enfatizar su compromiso con la causa de la humanidad, con los desheredados del sistema.

Ambas figuras, la de Bárcena y la de Gaspar, tienen mucho en común. En diferentes con-textos sociales, y en diferentes ámbitos geográficos, ambos asturianos dieron testimonio de que el seguimiento de Jesús de Nazaret postula posicionarse, en la lucha de clases, a favor de los oprimidos, ser la voz de los que no tienen voz y la defensa de los que no tienen defensa. Pero conviene destacar que ambos fueron también ejemplo vivo de la Teología de la Liberación, es decir, de un tipo de religiosidad que rompe el esquema de una tradición de bastantes siglos de una Iglesia que, en el mejor de los casos, se puso de perfil con relación a la problemática social, cuando no se alineó decidida y decisivamente con los sistemas de explotación feudal y capitalista. A este respecto es bastante elocuente el texto, que se leyó en este acto, de la felicitación de Navidad de 1998 que Bárcena envió a sus amigos. Merece la pena transcribirlo:

 

Todos los años por este tiempo me gustaría construir un discurso sobre la Natividad de Cristo, pero siempre me falta tiempo. Sería una felicitación para los amigos y amigas. Como felicitación a falta de otra cosa, os envío unas palabras de Ernesto Che Guevara (El Socialismo y el hombre en Cuba): “El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a los oprimidos, a los empobrecidos, a las causas liberadoras de los pobres. El revolucionario debe tener una gran dosis de humanidad, de sentido de la justicia y de la verdad…” “Todos los días hay que luchar para que ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo de movilización…” “No existe solución a los problemas individuales más que dentro de la solución a los problemas colectivos. Cuando los cristianos se atrevan a dar un testimonio revolucionario integral, la revolución en América Latina (donde es tan importante la fe cristiana en las masas populares) será invencible. Hasta ahora los cristianos han permitido que su doctrina sea instrumentalizada por los reaccionarios.

 

El mencionado texto es una refundición de frases del Che y otros. Pero la enseñanza final que Bárcena extrae es la frase final que dice: Hasta ahora los cristianos han permitido que su doctrina sea instrumentalizada por los reaccionarios. Justamente contra esa triste realidad la aparición de la Teología de la Liberación es un signo del Espíritu divino que actúa en el mundo. Nuestro Foro de Cristianos Gaspar García Laviana se honra en identificarse con esa corriente teólogica que se inspira en Cristo Libertador y que aspira a liberar a Jesús del secuestro al que lo tiene sometido desde hace siglos un aparato y una ideología eclesiales legitimadoras del sistema y legitimadas por él.

Muchos cristianos españoles de la generación de Gaspar García Laviana y José Manuel Bárcena comprendimos que debía superarse la contradicción histórica, tan patente sobre todo en nuestra guerra incivil, entre fe religiosa y lucha por la justicia social. No es admisi-ble utilizar la figura de Jesús de Nazaret para legitimar sistemas de explotación clasista, y no es eficaz acometer la liberación humana sin contemplar la dimensión espiritual de las personas. El texto de Bárcena arriba citado habla de “amor a la humanidad viviente”; ésa es la idea básica del Evangelio de Jesús de Nazaret, la piedra angular que rechazaron mu-chos de los constructores de sistemas sociales. Están condenados al fracaso los proyectos de construcción que no se apoyen sobre esa piedra.