XXXIX ANIVERSARIO

DE LA MUERTE DE GASPAR GARCÍA LAVIANA

 

En el año 2008 la muerte de Gaspar había quedado ya muy difuminada entre mis recuerdos. Yo había conocido algo a Gaspar cuando vino de Nicaragua a visitar a su familia que vivía en Tuilla. Cuando ese año José Ramón Pérez Ornia me invita a participar en el documental que RTPA estaba haciendo sobre Gaspar García Laviana, sacerdote y comandante sandinista, acepté con mucho gusto y ello fue un revulsivo que reactivó en mí vivencias de hacía unos treinta años. Este hecho y haber comenzado por esas fechas a participar en Foro Gaspar García Laviana, hizo que ya desde entonces se mantuviera constante en mí la memoria de Gaspar. Contribuiría además a ello  el participar en el aniversario de su muerte en Tuilla –este año será el sábado 16 a las 12h Eucaristía y luego la Ofrenda Floral- y también el estar manteniendo la Web del Foro GGL con una sección dedicada expresamente a él. (http://www.forogasparglaviana.es).

Es fundamental para los individuos y para los pueblos mantener la memoria de aquellos hechos y personas que más valoramos, sobre todo aquellos que conllevan, por la razón que sea, el marchamo de ejemplaridad. Es lo que pretendo con este acercamiento a los lectores de La Nueva España. Ya el año pasado con motivo del 11 de diciembre, fecha de la muerte de Gaspar en combate contra la Guardia Nacional nicaragüense, he escrito unas líneas en su memoria. Recordaba entonces aspectos fundamentales de su vida: su especial sensibilidad al sufrimiento de los más empobrecidos, su inquebrantable compromiso en la liberación de los oprimidos, su valentía y generosidad de entrega.

Ya en el año 2017, en el treinta y nueve aniversario, estamos mirando hacia la celebración del cuarenta. Así como en el 2008, en el 30º Aniversario, se le quiso dar una especial resonancia, queremos también resaltar el cuadragésimo. Intentaremos crear una comisión que se encargue de ello. Ya se han dado algunos pasos al respecto. Así como hace diez años, el principal hito que señalaría esa fecha fue el ya citado documental y libro de RTPA, quisiéramos que el próximo año quedara señalado con la publicación de otro libro cuyo título sería Gaspar García Laviana visto desde Asturias.

Será, pues, un libro con colaboraciones de gentes de aquí, hechas para esta ocasión, aunque también se recogerán escritos sobre Gaspar producidos durante esta década. Son articulistas para esta ocasión: José Ramón Pérez Ornia, Faustino Castaño Vallina, Alberto Torga Llamedo, Marga Domínguez Esteban, Maximino Cerezo Barredo, Faustino Vilabrille Linares, Javier Fernández Conde, José Álvarez Lobo, Manuel Suárez González, Matilde Díaz González de Lena, Jorge Martínez Rodríguez, Javier Gómez Cuesta, Melchor Fernández Fernández, José Luis Suárez Sánchez, Andrés Álvarez Vázquez, Jesús Ángel Fernández Fernández, Pedro Alberto Marcos Lucas, Alfredo Cueto Rodríguez, José María Álvarez Rodríguez. Contamos para el diseño con la especial colaboración del claretiano Mino Cerezo, uno de los “pintores de la Liberación”, nacido hace 85 años en Villaviciosa y vecino durante algún tiempo de Gijón. También habrá un informe de las entidades que llevan el homónimo Gaspar García Laviana: la Fundación P. GGL, la Cantoría GGL de Tuilla, la Asociación Asturiana GGL y el Foro GGL. Contamos de palabra con el patrocinio del Ayuntamiento de Langreo. Habrá un capítulo para contextualizar la vida de Gaspar en aquel momento de la cuenca minera del Nalón y dentro de la Iglesia de aquel entonces. Otro recogerá el eco que tuvo su muerte en la prensa. Aparecerán algunas cartas suyas y algunas entrevistas que le hicieron… Etc.

Tras la publicación de este libro en memoria de Gaspar, haciendo su presentación por Asturias a lo largo del año 2018, esperamos difundir lo más posible la ejemplar conducta de este  asturiano, portador de unos valores humanos dignos de ser imitados, tal como ha sido reconocido en Asturias, ya nada más morir en Nicaragua, cuando fue distinguido por La Nueva España como uno de los asturianos del año 1978, a título póstumo, pues ya había caído en combate el 11 de diciembre de ese año. Con ese motivo el nombre de Gaspar García Laviana quedó unido al de todos los personajes de Asturias que reciben tal honor por otorgamiento democrático de la redacción del periódico.

Tras este reconocimiento han venido otros aquí en su tierra: Algunos ayuntamientos le honraron dedicándole una calle: Oviedo, Gijón (Avenida) y Siero (en Lugones, la población del municipio con mayor número de habitantes). El ayuntamiento de SMRA le dio nombre a un paseo peatonal entre El Entrego y La Hueria de Carrocera. Precisamente en esta Hueria, en Les Roces, es donde nació Gaspar el año 1941 y allí se le recuerda frecuentemente. La última vez el 10 de noviembre de este año. En la Casa del Pueblo de esta localidad izquierda socialista nalón-PSOE recordó a los tres comandantes revolucionarios nacidos en este valle: Flórez, Mata y Gaspar.

Pero el recuerdo de Gaspar no puede ser sólo a través de “cosas” que le recuerdan, por mucho valor que tengan. Lo más importante es que le recordemos a través de nosotros mismos. Que seamos sus admiradores signos de su existencia y que a través de nuestra vida hagamos que él siga viviendo. Para ello es necesario llegar a un conocimiento profundo de su personalidad, reconocer los valores que marcaron su vida.

Es precisamente desde esta perspectiva desde donde hay que ver el compromiso político-militar de Gaspar. Descubriremos entonces que tiene una motivación humanitaria. Hay quienes condenan el hecho de que un cura hubiese cogido las armas. Lo hizo para defender a quienes estaban sometidos al poder de la familia Somoza, siendo muchos de ellos explotados hasta tener que vivir en situación de miseria, prácticamente como esclavos de unos amos que se enriquecían a su costa. No se debe desviar la atención hacia algo que fue accidental en Gaspar. Lo fundamental era la situación en la que vivía la gente.  Así la describía Amnistía Internacional en su Informe del año 1976: “los derechos humanos son sistemáticamente violados”… “y torturan y mantienen en prisión a sospechosos de atentar contra la seguridad del Estado, sin que los cargos hayan sido comprobados judicialmente”. “En el noreste de Nicaragua, los campesinos han sido perseguidos por las autoridades por ser considerados como sospechosos de simpatizar con los guerrilleros” y asegura que “en esa zona del país han desaparecido trescientos campesinos, desde mayo de 1975 hasta enero de este año. En el departamento de Zelaya, doscientos campesinos están en prisión sin haber sido juzgados todavía”.

De esta cruel realidad que maceraba el corazón de Gaspar habla él mismo en sus poemas. Recordemos sólo tres de ellos: CAMPESINO 1. Me hieren/ tus mortajas/ prematuras/ de hambre/ serena.// Me hieren/ tus huesos/ entubados/ en pieles/ sedientas.// Me hieren/ tus ojos/ humillados/ hendiendo/ la tierra.// Me hieren/ tu duro trabajo/ y tus malas/ cosechas.// Me hieren/ tu ignorancia/ y tu eterna/ tristeza.// Me hieren/ tus plantas/ desnudas/ cuando pisan/ las piedras.// Todo tu yo/ me hiere/ campesino,/ pero me hiere/ sobre todo/ tu impotencia.//

Otro poema muy recurrido para explicar el corazón profundamente herido del cura de San Juan del Sur y Tola es el titulado LA NIÑA DEL PROSTÍBULO. Catorce añitos de edad,/ dos de puta,/ cara joven,/ rasgos viejos,/ piel lozana,/ ojos muertos.// pantaloncito ceñido,/ desnudos pierna y ombligo,/ pies descalzos,/ recorriendo el puterío.// … Estas niñas eran de su parroquia, se conocían los guardias que cerraban los ojos a esta esclavitud infantil, recibiendo a cambio unos dinerillos, y también los nombres de la gente que utilizaban sus obligados servicios. A éstos los recrimina Gaspar en su REFLEXIÓN 1. Hablando de aquellos contra los que se está haciendo la revolución incluye a los que “dormían con putas/ y aparecían con sus esposas en los desfiles/ y en las inauguraciones/ y en la iglesia comulgando.//

Estas pincelas que he dado sobre la realidad de Nicaragua nos hacen ver que en realidad la gente de este país, desde hace ya tiempo (el dominio de la familia Somoza dura desde 1934 a 1979), vive en estado de guerra, pues así hay que ver la realidad cuando existe una conculcación generalizada de todos los derechos humanos, que en Nicaragua incluía la violencia física, torturas, muertes con impunidad, duras condiciones de trabajo, desatención sanitaria… Y además el hambre, reflejada en esa “piel seca” de muchas de sus gentes, que tanto impresionó a Gaspar. Todos tenemos derecho a vivir en paz. Y todos es todos. Gaspar se vio obligado a entrar en aquella guerra y lo hizo en favor de los empobrecidos, de los masacrados, de los humillados… y en contra de los poderosos que desde todas las instancias del Estado –militar, económico, legal…- mantenían una continua agresión a unas víctimas que necesitaban liberación. Gaspar entra en una guerra de liberación nacional contra un poder que está machacando al pueblo.

Gaspar es consciente de la contradicción en la que se vio obligatoriamente envuelto. Él que había sido educado para la paz, para la no violencia… se veía inmerso en la guerrilla que el Frente Sandinista libraba contra el Estado somozista. Todos quisiéramos saber -¿Cómo se produjo ese paso decisivo hacia una acción violenta? Es la pregunta que le hace el periodista que le entrevista poco antes de su trágica muerte (Interviú, nº 125, 1978, 5-12 de octubre). Y ésta es la respuesta de Gaspar: -Para mí, con una formación social no violenta, fue un problema muy grande. Sólo había un causante de los millones de hombres humillados, aplastados, oprimidos, muertos: Somoza. Entonces me planteé el ya antiguo problema teológico-moral: ¿Es lícito matar al tirano? La respuesta era sí, no había más remedio, era por el bien de toda la comunidad. Los documentos de Medellín, suscritos por los obispos de Latinoamérica, lo dicen bien claro: "La insurrección revolucionaria puede ser legítima en el caso de tiranía evidente y pro­longada y que atente gravemente a los derechos fundamentales de la per­sona y damnifique peligrosamente el bien común del país, ya provenga de una persona, ya de estructuras eviden­temente injustas.”

 Los criterios morales los tiene claros. En varias ocasiones recuerda estas palabras de los obispos latinoamericanos. Pero el periodista todavía insiste y le dice: “-Pero una cosa es justificar algo moralmente y la otra que un sacerdo­te sea precisamente el que aprieta el gatillo o conecta el detonador. Y él responde: “-Es lo mismo. Hay que ser consecuentes con las ideas. El bien de muchos justificaba el que este hombre desapareciera. Entonces el pueblo, dormido por la propaganda, no era consciente de esto. Yo sí lo era. Era mi misión.”  

A su respuesta hay que añadir algo muy importante: En temas fundamentales, como lo es la conculcación de los derechos humanos, la moral es la misma para un cura que para un seglar. Quienes lo diferencian es debido a una cierta mistificación que se ha hecho de los sacerdotes. La guerra en Nicaragua era una realidad que ya existía cuando Gaspar llega a esas tierras y era una exigencia cristiana tomar partido. “No podemos quedarnos como mudos espectadores de la tragedia del pueblo mientras la dictadura Somocista enloquecida por el oro y el poder, sigue torturando y matando a los nicaragüenses como si fuesen bestias sin derechos”. Cada uno tenía que ver cómo, según las propias posibilidades y capacidades, colaboraba para conseguir una paz real para todos en Nicaragua. Él ve que “el pueblo oprimido y humillado al que yo he servido como sacerdote, reclamaba más que el consuelo de las palabras el consuelo de la acción”. Naturalmente, no todos tenemos la fuerza necesaria para llevar hasta esos límites el compromiso de la acción. Hubo también otros sacerdotes y seglares que de distinta manera a como lo hizo Gaspar apoyaron la causa de la liberación del pueblo nicaragüense.

Concluyendo: estupendo todo aquello que nos recuerda a Gaspar, pero quienes reconocemos la ejemplaridad de su vida no podemos quedarnos en meros gestos de admiración hacia él, hemos de intentar imitarle en algo. Gaspar será siempre una invitación a un compromiso social liberador. En esta Europa nuestra, el neoliberalismo dominante nos está sometiendo a todos a múltiples esclavitudes que reclaman esfuerzos liberadores. Y no digamos en otros lugares del mundo.

 

José María Álvarez Pipo

Del Foro Gaspar García Laviana.