¿ENTERRAMIENTO O CREMACIÓN?
¿Qué hacer con las cenizas?
Hay algunos refranes que en algunas ocasiones nos vienen como anillo al dedo. Así éste que sigo manteniendo en mi memoria: “cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo espanta moscas”, que pensé en él cuando acabo de leer la Instrucción Ad resurgendum cum Christo que habla acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación. Es un texto firmado por el ya bien famoso, por su oposición al Papa Francisco, cardenal Müller, Prefecto de la Sagrada Congregación para la Fe.
En primer lugar me preguntaba yo al leer qué importancia puede tener para “la Iglesia” un tema tan personal como éste. Me parece que objetivamente ninguna. No he percibido ningún tipo de conflicto en nadie. Las cosas estas se están sucediendo en esta cuestión con toda normalidad, al menos entre nosotros. No sé si quienes lo elaboraron tienen algún tipo de obsesión que les condicionara y les impulsara a tratar un tema que suele recaer sobre la voluntad de los difuntos y de sus familiares. La mayor parte de los fieles tienen, ¡menos mal!, otras preocupaciones muchísimo más importantes. Los que más conscientemente quieren vivir su fe concentran sus preocupaciones sobre todo en hacer un mundo mejor: más justo, más equitativo, más solidario…, en hacer realidad “el reinado de Dios” aquí en la tierra. Son muy sensibles sobre todo a dolor humano que están produciendo el hambre y las guerras, por las muertes y heridos o enfermos que producen, por los desplazamientos, por las condiciones en que dejan a los que sobreviven. Etc.
Por otra parte han hecho una Instrucción para decir nada nuevo, como lo demuestran las citas con que quisieron avalar todo su escrito. Así es que ninguna preocupación ni atención más a la referida Instrucción. Se hizo noticia por lo extraño de su contenido puesto que a nadie le preocupaba el tema. Me imagino que todas las parroquias católicas seguirán con las mismas prácticas, pues el referido escrito no incorpora ninguna novedad doctrinal. Solamente habría que pedirles a esos “Señores del Vaticano” (no digo “monseñores” porque precisamente míos (mon) no los considero) que se dejen de andar entretenidos en “espantar moscas” y que se ocupen de los verdaderos problemas que tiene la Iglesia y la gente de hoy.
En segundo lugar he de decir que el escrito me ha servido para recordar el equivocado enfoque que algunos le dan tanto a la muerte como a la resurrección, basado en una interpretación dualista, que hoy no nos sirve para la comprensión de la escatología. Me temo que en el fondo de la cuestión esté la defensa de la manera de interpretarla bajo el viejo paradigma.
No es de recibo hoy pensar que cuando nos morimos muere solo el cuerpo y el alma que vivió en ese cuerpo sigue viva. El ser humano cuando muere, muere todo él y para siempre. Algunos creemos que sigue en la vida aquello vital de nosotros que es imagen de Dios y que hemos logrado hacerlo crecer e integrarlo en el Dios que vive en todo. Si alguien sueña que su cuerpo volverá a vivir, debido ello a que su alma volverá a él para darle vida, será un sueño que nunca verá cumplido. No es verdad que pueda haber un Dios Todopoderoso que pueda hacerlo. Las leyes de la naturaleza nunca nadie puede cambiarlas. Sería un cataclismo que sólo una de ellas lo hiciera. Esa idea del Dios Todopoderoso que puede milagrosamente actuar en nuestro favor para satisfacer nuestras necesidades o dolencias hoy no se puede utilizar.
La resurrección de los muertos y la vida eterna, tal como se entendió siempre, para la gente “de mentalidad moderna”, que ya no utiliza el paradigma antiguo, pre-científico, son ideas que consideran descabelladas y no entienden cómo las pueden predicar hoy de esa manera la Iglesia. Nadie va a volver a la vida con “los mismos cuerpos y almas(=mentes?) que tuvieron”. (El término “alma” quizás lo podamos emplear mejor para nombrar esa entidad que hay en nosotros que es vida divina fruto de la presencia de Dios en nosotros). No va a haber un Juicio Final de todos los muertos que resucitados “en el último día”, vueltos entonces a la vida corporal, estarán ante un Cristo-Juez. ¿Dónde podrán ser reunidos todos los seres humanos que existieron y existirán? ¿Cuándo será ese último día? Estos relatos literarios tienen otros contenidos que no son esos que nos dan desde una interpretación tan literal, que es la que debe estar detrás de la Instrucción Ad resurgendum cum Christo.
Seguramente que alguien estará pensando en la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Él puede ser el ejemplo de lo que nos sucederá. Claro que sí, pero es necesario precisar cómo habría que entender hoy esos sucesos de la vida de Jesús. Podemos decir efectivamente que Jesús vive, pero no ya biológicamente sino existencialmente. Vive totalmente en el Amor Absoluto donde él, por el amor con que vivió, puede estar viviendo. Y como él vive, también pueden vivir todos los muertos integrados en el Amor(=Dios) en la medida en que cada cual haya amado. Pero no pensemos que el cuerpo material de Cristo vive en algún lugar oculto del Cielo, en un espacio de allá arriba. Tampoco el cuerpo de María, su madre.
Así pues, ¿a qué viene ahora todo este discurso de la Instrucción del cardenal Müller sobre el enterramiento o cremación de los muertos? Esto es como estar hablando del sexo de los ángeles o estar espantando moscas. Será un modo de entretenimiento de quienes no tienen nada que hacer.
Octubre de 2016. José María Álvarez.