JESUCRISTO, DEL SANTO SECUESTRO

 

 

 

Descripción: http://t1.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSyv-jRKZol7tv3t694xoHWypzZNn-1mOsmvPQ0j9xhxNDXJrr8Es primer domingo de cuaresma. Y, como de costumbre, me acerqué a la iglesia para participar en la eucaristía. Es para mí un aliciente de vida hacer memoria de aquel en el que creo como mejor referencia de conducta. El recuerdo de su modo de ser, de su estilo de vida, de los valores que le impulsaron, revive en mí la voluntad de situarme entre sus seguidores.

 

 Allí, en aquel templo cristiano, a un lado del altar, me encontré ante la exposición de una imagen del Nazareno, flanqueado por dos ciriales. Éstos suntuosos, dando su brillo impresión de plata. Y el Nazareno vestido de gala, con túnica de terciopelo morado con profusos bordados dorados.

 

Como en tantos otros momentos me sentí desconcertado y pensando cómo, quizás con muy buenas intenciones, las imágenes de Jesús, esconden o distorsionan la verdad de Jesús de Nazaret después de ser detenido y torturado, yendo ya camino del calvario con la cruz a cuestas. Es común que casi todas las imágenes de Semana Santa, preparadas para ser procesionadas, den una imagen falseada de aquel a quien quieren representar: el Cristo sufriente, que lo fue no por voluntad de Dios, sino por decisión de aquellos que no pudieron soportar su presencia, de aquellos que vieron en él un peligro para su modo de entender la religión. Creo que la imágenes de Jesús debieran de ser más realistas, que debieran respetar más la verdad de lo que fue él y su vida. Muchas de ellas nos dan una visión edulcorada de él, otras nos lo presentan como un personaje fastuoso y cargado de lujo. El oro y la plata desdicen de Jesús. Nada tienen que ver con la vida de aquel que no tenía ni dónde reclinar su cabeza a la hora del descanso nocturno. Los evangelios nos dan una imagen distinta de Jesús. Vivió pobremente y convivió con los empobrecidos de su pueblo, con los marginados. Creo que se puede decir que tenemos secuestrado a Jesús. En nuestro culto, igual que en nuestra vida, tenemos que intentar siempre traslucir la verdad de lo que fue Jesucristo, pero a veces parece que la religión cristiana la oculta más que enseña. Uno mismo también cae en ese pecado: damos una imagen distorsionada del Cristo en el que creemos y del que queremos ser sus discípulos. (JMAR)