HACER MEMORIA DEMOCRÁTICA
Para nosotros los cristianos eso de “hacer memoria” nos resulta más que familiar. Es algo íntimo y habitual. Estar haciendo continuamente memoria de Jesucristo es el núcleo mismo de la mística cristiana, pues la vida de Cristo, -sus actitudes, sentimientos, criterios, valores...-, tiene que estar siempre presente en nosotros como referencia de nuestra propia vida. No sólo la recordamos sino que la admiramos y la exaltamos. Y lo mismo hacemos con aquellos cristianos que nos han parecido ejemplares en algunos aspectos de su vida, aunque a veces no todos coincidimos en valorar y estimar la santidad de aquellos que la Iglesia eleva a los altares. Desde hace unos años se están beatificando cristianos que fueron asesinados cuando la guerra civil. No sé si todos serán “mártires” por dar testimonio de su fe en Jesucristo o, lo que sería muy distinto, mártires de la guerra civil o de la cruzada, como algunos quisieron bautizar la contienda española iniciada en el 36. Si no se convierten en bandera política, creo que los católicos que así lo deseen están en su derecho en hacer memoria de aquellos de los suyos que mataron por ser creyentes como ellos. Sí se puede alzar con orgullo esta bandera por su fidelidad a Cristo, en cuanto que no renunciaron a su fe y supieron valientemente permanecer en ella en circunstancias tan adversas. También habría que matizar la desacertada confusión que condujo a identificar a cualquier católico con las jerarquías de la Iglesia que apoyaron el levantamiento contra la República y pusieron bajo palio al movimiento fascista que acaudilló el general Franco y sometió al pueblo español durante tantísimo tiempo.
Me han surgido estas reflexiones, y las que a continuación refiero, con motivo de mi asistencia a la Mesa Redonda LA GUERRILLA ANTIFRANQUISTA el martes 10 de septiembre en la antigua Plaza del Pescado de Oviedo que integraron Francisco Martínez López “Quico”, guerrillero, Esperanza Martínez García “Sole”, guerrillera, Ramón García Piñeiro, historiador y Gerardo Iglesias, autor del libro POR QUÉ ESTORBA LA MEMORIA y de la exposición de vidas de guerrilleros asturianos que en dicho local había.
Tienen razón los demócratas republicanos (y podríamos añadir las siglas que defendían aquellas personas asesinadas) para hacer memoria de aquellos que ejemplarmente dieron la vida por defender sus ideas. Creían que su resistencia podría ser el embrión de la recuperación de la República, que había sido fruto de unas votaciones democráticas ganadas por el Frente Popular. Recuperar la República era recuperar la libertad y los ideales proclamados por ella. Su extrema valentía, su sacrificada entrega y la radical fidelidad a sus ideas son dignas de ejemplo. Lamentablemente hoy ni siquiera tenemos ideas que defender. Creo que no las tienen ni la mayoría de los militantes políticos. Las campañas electorales, que es cuando más hablan a la gente, se centran sobre todo en lo que harán si obtienen la victoria electoral. Desconocemos la ideología que hay detrás de sus posiciones políticas.
Hay que darles la razón cuando dicen que las vidas de estos heroicos guerrilleros, una vez recuperadas gracias a la laboriosa tarea de Gerardo Iglesias, no pueden quedar relegadas. Debieran integrarse en nuestra historia de Asturias y enseñarse hoy y a las futuras generaciones a través de los libros de texto. Forman parte entrañable de nuestra épica, con el tinte de tragedia por su lamentable final. No solamente estos guerrilleros, sino todos los que murieron (entre ellos también hubo católicos, y algunos curas) por una causa tan legítima como fue la defensa de la república, querida por la mayoría de los españoles, debieran permanecer en el recuerdo de todos los demócratas. Son ejemplo a seguir. Se debiera tener un día especial para hacer memoria de ellos. Así tal cual. Sin convertirles en una nueva arma de guerra. Tampoco se han de mitificar, exaltando todo en ellos. Nadie es perfecto. Sí reflejan unos valores universales que todos podemos imitar.
Con estas líneas quiero, desde este nuestro rincón del Foro GGL, contribuir yo también a reavivar el recuerdo de aquellos asturianos que vivieron la lucha armada incluso hasta más allá del “final de la guerra”, trabajadores de la mina o del campo, que se vieron obligados a coger las armas para defender la República. Desgraciadamente yo también en mi pueblo pude ver cómo bajaban del monte en una carreña a uno de los fugaos muerto por la guardia civil y somatenes. Permanecen aún en mi memoria los nombres de Quintana, Gitano y Bernabé, como personajes mitificados en las conversaciones populares sobres los fugaos. No se pretende reavivar luchas fratricidas, siempre penosas, sino mantener las buenas enseñanzas que nos dieron algunos de nuestros antepasados.
Pipo Álvarez