EL
PAPA FRANCISCO EN MALTA HABLA SOBRE EL DESARME Y LA NECESIDAD DE UN ORGANISMO
INTERNACIONAL QUE PUEDA IMPEDIR LAS GUERRAS
Necesitamos una “medida humana” frente a la agresividad infantil y
destructiva que nos amenaza, frente al riesgo de una “guerra fría ampliada” que
puede sofocar la vida de pueblos y generaciones enteros.
Ese “infantilismo”, lamentablemente,
no ha desaparecido. Vuelve a aparecer prepotentemente en las seducciones de la
autocracia, en los nuevos imperialismos, en la agresividad generalizada, en la
incapacidad de tender puentes y de comenzar por los más pobres.
Y, de este modo, no sólo la paz, sino
tantas grandes cuestiones, como la lucha contra el hambre y las desigualdades
han sido de hecho canceladas de las principales agendas políticas.
Volvamos a reunirnos en conferencias
internacionales por la paz, donde el tema central sea el desarme,
con la mirada dirigida a las generaciones que vendrán. Y que los cuantiosos
recursos que siguen siendo destinados a los armamentos se empleen en el
desarrollo, la salud y la alimentación.
FINAL DEL DISCURSO PAPAL EN MALTA
2 de abril 2022
Hace más de sesenta años, en un mundo
amenazado por la destrucción, donde las leyes eran dictadas por las
contraposiciones ideológicas y la férrea lógica de las coaliciones, desde la
cuenca mediterránea se elevó una voz contracorriente, que a la exaltación de la
propia parte opuso un impulso profético en nombre de la fraternidad universal.
Era la voz de Giorgio La Pira, que dijo: «La coyuntura histórica que vivimos,
el choque de intereses e ideologías que sacuden a la humanidad, presa de un
increíble infantilismo, restituyen al Mediterráneo una responsabilidad capital:
definir nuevamente las normas de una Medida donde el hombre, abandonado al
delirio y a la desmesura, pueda reconocerse» (Intervención en el Congreso
Mediterráneo de la Cultura, 19 febrero 1960). Son palabras
actuales; podemos repetirlas porque tienen una gran actualidad. Cuánto
necesitamos una “medida humana” frente a la agresividad infantil y destructiva
que nos amenaza, frente al riesgo de una “guerra fría ampliada” que puede
sofocar la vida de pueblos y generaciones enteros. Ese “infantilismo”,
lamentablemente, no ha desaparecido. Vuelve a aparecer prepotentemente en las
seducciones de la autocracia, en los nuevos imperialismos, en la agresividad
generalizada, en la incapacidad de tender puentes y de comenzar por los más
pobres. Hoy es muy difícil pensar con la lógica de la paz. Nos hemos habituado
a pensar con la lógica de la guerra. Es aquí donde comienza a soplar el
viento gélido de la guerra, que también esta vez ha sido alimentado a lo largo
de los años. Sí, la guerra se fue preparando desde hace mucho tiempo, con
grandes inversiones y comercio de armas. Y es triste ver cómo el entusiasmo por
la paz, que surgió después de la segunda guerra mundial, se haya debilitado en
los últimos decenios, así como el camino de la comunidad internacional, con
pocos poderosos que siguen adelante por cuenta propia, buscando espacios y
zonas de influencia. Y, de este modo, no sólo la paz, sino tantas grandes
cuestiones, como la lucha contra el hambre y las desigualdades han sido de
hecho canceladas de las principales agendas políticas.
Pero la solución a las crisis de cada
uno es hacerse cargo de las de todos, porque los problemas globales requieren
soluciones globales. Ayudémonos a escuchar la sed de paz de la gente,
trabajemos para poner las bases de un diálogo cada vez más amplio, volvamos a
reunirnos en conferencias internacionales por la paz, donde el tema central sea
el desarme, con la mirada dirigida a las generaciones que vendrán. Y que los
cuantiosos recursos que siguen siendo destinados a los armamentos se empleen en
el desarrollo, la salud y la alimentación.
En fin, mirando todavía hacia el
este, quisiera dirigir un pensamiento al vecino Oriente Medio, que se refleja
en la lengua de este país, que se armoniza con otras, como recordando la capacidad
de los malteses de generar convivencias benéficas, en una suerte de
coexistencia de las diferencias. Esto es lo que necesita Oriente Medio: el
Líbano, Siria, Yemen y otros contextos destrozados por los problemas y la
violencia. Que Malta, corazón del Mediterráneo, siga haciendo palpitar el
latido de la esperanza, el cuidado de la vida, la acogida del otro, el anhelo
de paz, con la ayuda de Dios, cuyo nombre es paz.